En México, el robo o extravío de placas diplomáticas se ha convertido en un problema de seguridad crítica, con 235 matrículas desaparecidas entre enero de 2007 y marzo de 2024, según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Estos robos, aunque poco frecuentes, tienen implicaciones preocupantes, ya que las placas podrían ser utilizadas para espionaje entre representaciones diplomáticas, realizar robos o secuestros de alto perfil, y operar sin ser detectados en zonas exclusivas.
Manuel Balcazar, investigador del Centro de Estudios en Seguridad, Inteligencia y Gobernanza (CESIG) del ITAM, señala que estas matrículas, que no tienen un valor comercial en el mercado ilícito, podrían ser usadas por servicios de inteligencia hostiles para acercarse a embajadas rivales sin levantar sospechas.
Además, estas placas permiten a los delincuentes moverse libremente en áreas residenciales de alta seguridad para llevar a cabo actividades delictivas, como robos o secuestros, sin ser inmediatamente detectados por las autoridades. Según Balcazar, la ventana de tiempo antes de que se denuncie el robo de las placas ofrece una oportunidad crítica para quienes las utilizan con fines ilícitos.
La SRE ha clasificado la información sobre las representaciones diplomáticas afectadas como reservada por un periodo de cinco años, argumentando que su divulgación podría dañar las relaciones bilaterales de México y poner en riesgo a los diplomáticos acreditados en el país.
Un caso reciente involucró el robo de una placa de un vehículo de la embajada de Estados Unidos en Polanco, Ciudad de México, lo que resalta las vulnerabilidades de la seguridad pública en el país. Este tipo de incidentes podría afectar la percepción de seguridad de los funcionarios diplomáticos y, por ende, las relaciones internacionales de México.
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