Este jueves, en el tribunal de Aviñón, la mujer francesa Gisèle Pélicot ofreció un desgarrador testimonio sobre una década de abuso sistemático a la que fue sometida por su propio esposo. Su relato desveló una serie de violaciones organizadas en las que su marido, Dominique Pélicot, facilitaba el acceso a más de 50 hombres para que abusaran de ella.
El Horror Revelado
Durante su declaración, Gisèle describió cómo la sumisión química que le era administrada la convirtió en una “muñeca de trapo” y una “bolsa de basura” en manos de sus agresores. Según la Fiscalía, se documentaron al menos 92 violaciones a lo largo de diez años. La mujer explicó que inicialmente, las lagunas en su memoria se atribuían a problemas ginecológicos, hasta que un incidente el 12 de septiembre de 2020, cuando descubrió a su marido intentando grabar debajo de las faldas de varias mujeres en un supermercado, hizo que comenzara a sospechar.
A pesar de su perdón inicial, la situación empeoró. El 21 de octubre de 2020, Gisèle regresó a Mazan y se despertó al día siguiente sin recordar la noche anterior, descubriendo posteriormente que había sido víctima de una nueva violación organizada por su esposo.
Descubrimiento y Denuncia
El 2 de noviembre, Gisèle fue convocada por la policía para declarar sobre los vídeos grabados por su marido. Al ver imágenes de violaciones en las que ella misma era reconocible, comenzó a comprender la magnitud del abuso que había sufrido. Su relato ante el tribunal reveló un trauma profundo y una angustia tan grande que consideró el suicidio, pero se aferró a la idea de sus hijos y nietos como motivo para seguir adelante.
Durante la investigación, se descubrió que Dominique Pelicot utilizaba Temesta (lorazepam) para incapacitar a su esposa. Aunque inicialmente no se encontraron las drogas en la casa, el marido terminó confesando su escondite. Tras ser advertida de que los agresores conocían su dirección, Gisèle se mudó a París para protegerse, viviendo un tiempo con su hija y su yerno antes de intentar rehacer su vida en soledad.
Impacto y Mensaje
Gisèle no había visto los vídeos de los abusos hasta mayo de este año, y al hacerlo, enfrentó “escenas de violación insoportables” que la dejaron emocionalmente anestesiada. Su testimonio no busca solo justicia para ella, sino también ayudar a otras mujeres que puedan ser víctimas de sumisión química. En sus palabras, espera que su experiencia sirva de advertencia y apoyo para quienes podrían enfrentar situaciones similares.
"Fui sacrificada en el altar del vicio," lamentó Gisèle, mientras subrayó que su testimonio es una llamada a la acción para evitar que más mujeres sufran en silencio.
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