Uno de los casos más impactantes en Francia ha llegado a juicio en la primera semana de septiembre, con Gisèle Pélicot en el centro del proceso. Durante casi una década, su esposo, Dominique P., orquestó la agresión sexual de su esposa por parte de 72 hombres distintos, tras drogarla y someterla a una situación de inconsciencia. Las agresiones fueron grabadas y descubiertas por la policía tras una investigación por otros delitos relacionados con Dominique.
A pesar de la gravedad del caso y de las posibilidades legales que el sistema judicial francés ofrece a las víctimas para proteger su privacidad, Pélicot solicitó que el juicio se celebre de manera pública. En Francia, el artículo 306 del Código de procedimiento penal establece que los casos de agresiones sexuales pueden celebrarse a puerta cerrada a petición de la víctima. Sin embargo, Pélicot ha rechazado esa opción, argumentando que la violencia sexual no debe esconderse y que la sociedad debe ser testigo de lo que vivió.
El tribunal aceptó su petición, a pesar de que la fiscalía y la defensa habían solicitado un juicio privado para proteger la dignidad de todas las partes. La decisión de Pélicot ha generado un debate sobre la exposición pública de casos tan sensibles, con el argumento de que es necesario romper el silencio que rodea los delitos sexuales y generar conciencia social.
Este juicio, abierto al público por decisión de la víctima, se convierte en un escenario inusual en el que se expondrán todos los detalles del caso, marcando un precedente en la manera en que se tratan los delitos sexuales en Francia.
Commentaires