Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, Estados Unidos y sus aliados han provisto al ejército ucraniano con avanzados sistemas de armamento. Entre estos destacan los lanzamisiles ATACMS, que recientemente causaron una escalada en el conflicto tras ser usados en ataques contra territorio ruso.
Estos misiles de fabricación estadounidense, capaces de alcanzar objetivos a 300 kilómetros, forman parte de un arsenal que también incluye tanques Leopard 2 de Alemania, Challenger 2 de Reino Unido y Abrams de Estados Unidos. Además, en 2024 se enviaron los primeros aviones F-16, provenientes de Dinamarca.
Desde el inicio del conflicto, se han suministrado sistemas como los lanzamisiles antitanque Javelin y Stinger, drones Bayraktar y Switchblade, y artillería avanzada como los obuses M777 y el sistema HIMARS. Francia y Alemania también han contribuido con obuses Caesar y Panzerhaubitze 2000, respectivamente.
El apoyo militar busca equilibrar las capacidades de Ucrania frente a un ejército ruso significativamente más numeroso y equipado al inicio de la guerra. Según datos de 2024, Rusia cuenta con más de un millón de soldados regulares, mientras Ucrania ha ampliado sus fuerzas a entre 500,000 y 800,000 efectivos.
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