El expresidente argentino Alberto Fernández, quien gobernó de 2019 a 2023, ha sido imputado por delitos de violencia de género y amenazas coactivas en perjuicio de su expareja, Fabiola Yáñez. Este escándalo no solo impacta a Fernández personalmente, sino que también añade una nueva mancha al peronismo, el movimiento político fundado por Juan Domingo Perón, que atraviesa una profunda crisis.
Fernández anunció su renuncia al cargo de presidente del Partido Justicialista tras conocerse la imputación, asegurando que su decisión busca proteger al partido de los efectos negativos del "linchamiento mediático" al que se ve sometido. Sin embargo, analistas como Jorge Arias, director de PoliLat, consideran que Fernández siempre fue un actor secundario dentro del peronismo y que su gestión ya había dejado cicatrices profundas en el movimiento, principalmente debido a su manejo de la economía.
El kirchnerismo, la facción del peronismo liderada por la expresidenta Cristina Fernández, que apoyó a Alberto Fernández en su camino a la presidencia, ha sido particularmente afectado por estas acusaciones. La organización kirchnerista La Cámpora, liderada por Máximo Kirchner, expresó su repudio al comportamiento del expresidente, intentando desvincularse del escándalo.
La situación también ha alimentado las críticas del partido de Javier Milei, cuyo gobierno ha utilizado este caso para subrayar lo que consideran la "hipocresía progresista" del peronismo, particularmente en políticas de género. La tensión interna dentro del movimiento peronista y la creciente desconfianza de la población sugieren que el partido enfrenta un desafío monumental para recuperar su relevancia y credibilidad.
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